La ventana infinita (Libros, TICs y cociente intelectual)
La inteligencia promedio de los jóvenes hoy sería hasta 9 puntos menor que la de los jóvenes hace casi 50 años. Después de analizar el Cociente Intelectual de 730.000 jóvenes noruegos de 18 y 19 años entre 1970 y 2009, un estudio realizado por el Ragnar Frisch Centre for Economic Research (Noruega) parece confirmar que, después de la década de 1970, la inteligencia que miden los tests no ha dejado de menguar, hasta haber retrocedido ya a los mismos niveles de 70 años atrás. (Para ver una estimación de los datos mundiales, pinchar sobre estas letras)
Según la mayoría de expertos, estos datos en principio se deberían a una combinación de factores:
- Sobrexposición a la tecnología
- Disminución del tiempo lectura
- Aumento de las horas dedicadas a los pasatiempos en línea
- Cambios en el sistema educativo
- Cambios en la nutrición y el ejercicio físico
Los que no creemos que la educación tenga que convertirse en un juego perpetuo ni que las TICs sean otra cosa que un recurso en el proceso educativo, estamos desolados por haber intuido hace ya algún tiempo esta indeseada realidad que los datos parecen corroborar. Los vendedores de edupreferentes nos llamaban pesimistas -cuando no vagos o cenizos- por no creer que cosmética y humo fueran a traer per se un crecimiento educativo infinito. Había algunos indicios: dificultades de comprensión lectora o de cálculo, aparición de ludopatías infantojuveniles, disminución de la lectura, e incluso del ejercicio físico y los juegos no digitales.
Aplican con ello, consciente o inconscientemente, una concepción darwinista de la inteligencia como capacidad de adaptación a un medio. Omiten que el medio humano es un medio intervenido, prácticamente artificial en las grandes ciudades y transformado por el propio hombre.
(Olvidan de paso que Darwin previó y aclaró que sus teorías sobre animales y ecosistemas no eran extrapolables a la sociedad ni a los entornos humanizados: el hombre es el único animal con capacidad para transformar radicalmente el medio, porque dispone de racioconio, libre albedrío y esa cosa a veces tan molesta llamada ética.Tal vez por eso sus argumentos suenen a excusas incluso cuando tienen cierta carga de razón).
Tampoco hay que rasgarse las vestiduras. Ni para seleccionar excusas. Sobre todo porque no sirve para nada. No hay tiempo para llorar la posible debacle -si es que lo es- . Hay mucho trabajo que hacer, y dibujar un apocalipsis cada cuarto de hora o rumiar justificaciones nunca condujo a mucho. Parece ser que sin cualquier forma de comprensión y voluntad, sigue siendo imposible mejorar nada. También aprender. Madurar. Hacer.
¿Qué hacer? Quizá lo primero de todo sea jugar.
¿Jugar? Sí. Pero a otra cosa. A aprender. A aprender en serio.
¿Innovaciones? Sólo lo que conduce a un desarrollo efectivo es innovación, y eso pasa más por comprender el medio concreto y contextualizar que por vender los juguetes y mentiras del edubusiness.
¿Tecnología? Sí. Pero sólo recordando que tecnología es cualquier dispositivo, incluidos los inmateriales, que podemos emplear como medios para nuestros fines y no para ser seducidos y devorados acríticamente por cachivaches y vanos discursos homeopáticos, esos unsufribles gurús venales que expenden la tópica del ramo para que todo siga como está.... después de prometer exactamente lo contrario.
De momento, podíamos dedicar más tiempo a desentrañar las versiones (digitales o analógicas) de las ventanas infinitas, estos siempre novedosos terminales:
*(La mayoría de las viñetas son de Néstor Alonso, serie Educative innovéision)


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